El fantasma de una época pasea por las páginas de Una vida tranquila. Es un pedazo de historia (deliberadamente) perdida, de batallas olvidadas, en la que Ricardo Mendoza nos pone en la piel, la cabeza y el corazón de los prescindibles de la historia oficial, de los que fueron juzgados y condenados al olvido por “no dar la talla” frente a los ojos de los poderosos en el momento cruento de Lima a fines de la década del 80 e inicios de los 90. La miseria económica de una clase media, destruida en medio de la violencia política, marca de inicio a fin el volumen que tienes en tus manos. Podría tratarse de una novela ya que cada uno de los siete cuentos que la componen complementa al otro, se trenzan y devienen en un destino común, aunque este destino está tan mutilado como sus personajes. Gente simple sobreviviendo y enfrentando la realidad de una época salvaje. Una vida tranquila es un libro fundamental para los lectores jóvenes que empiezan a conocer el tiempo previo a su existencia. Lo es también para quienes vivimos los últimos años del siglo veinte, pues nos confronta con la dura censura que implantó el statu quo, una realidad borrada del inconsciente colectivo. Un libro que interpela al lector, lo enfrenta y lo obliga a definirse, a tomar posición y a reencontrarse con la voz de quienes nunca tuvieron voz.
