Abrir la mano para mostrar lo que se tiene en ella es una de las claves para el cambio de emoción. Esta alegoría, que encierra todos los signos de la convivencia en el respeto, conlleva el cambio de corporalidad, el encuentro de una dinámica donde se constituye un espacio operacional que permite la reflexión. La convivencia puede hacer y lograr transformaciones fundamentales, donde el ser no sea nunca negado.