La hermana mayor de Charlie Grant se va a casar este fin de semana en la casa de su familia y Charlie no puede esperar. Por primera vez en años, sus cuatro hermanos mayores estarán bajo un mismo techo. Charlie está desesperada por un último fin de semana perfecto, antes de que se venda la casa y todo cambie. La casa se llenará de bromas y juegos. Tomar decisiones sobre cosas como a qué universidad asistir y reunirse con su antiguo enamorado Jesse Foster, pueden esperar. Ella quiere concentrarse en lograr que el fin de semana sea perfecto. ¿El único problema? El fin de semana se perfila como un desastre absoluto. Hay un perro con una inclinación por los aullidos, la alarma de la casa no para de sonar y aparece una rencorosa repartidora de periódicos. Hay parientes que no hablan, está la (horrible) niña que su hermano favorito trajo a casa sin previo aviso y un esmoquin ha desaparecido. Además, el vecino parece estar empeñado en el sabotaje y una tormenta amenaza empaparlo todo. El juez de paz no llega, la banda solo tocará versiones, los invitados están todos locos y el sobrino de la organizadora de bodas es tan inesperadamente guapo que distrae. En el transcurso de tres días ridículamente caóticos, Charlie aprenderá más de lo que esperaba sobre la familia que creía conocer de memoria. Y se dará cuenta de que a veces, tratar de mantener todo como estaba en el pasado significa perderse el futuro.
