La poesía de César Vallejo está destinada a vivir, a crecer, a influir. ¿Cuál otra, si no está, es la razón, el secreto del enhechizamiento que ejerce sobre las últimas generaciones americanas? En su desasosiego, en su red de contradicciones, en el malestar psíquico que trasunta se reconocen a sí mismas como proyectadas sobre un espejo quebrado, pero fiel.