La respuesta, señala, implica adentrarnos en la intersección entre elementos políticos, simbólicos y económicos. En sociedades como las andinas, sujetas a intensas presiones y procesos de cambio, la tierra permite aprovechar eficientemente la mano de obra familiar y ofrece cierto margen de seguridad frente a las fluctuaciones y trastornos del mercado. El resultado es una pluriactividad particular, que facilita a las familias combinar aprovechamiento de oportunidades, arraigo y autonomía.