A lo largo de la historia prehispánica, las cosmovisiones han comunicado con un lenguaje simbólico y se han materializado en la construcción de centros ceremoniales y en sus representaciones miniaturizadas: los microcosmos. Estos mundos han plasmado y conservado por más de 3000 años un inmenso universo onírico a través de modelos espaciales, que presentan al mismo tiempo una imagen real y habitable y una dimensión mítica del cosmos.
Evocando una memoria ancestral, los microcosmos muestran a la vez lugares históricos, que realmente han sido construidos y habitados. Sus espacios tangibles evocan tiempos invisibles, pero todavía imaginables en la mirada andina de hoy, volviendo a conectarla con su pasado.
En los mundos animados de los microcosmos vuelven a tomar vida ceremonias, actividades rituales, personajes y eventos míticos. Sobre todo se revelan unas ideas sobre el espacio que en muchos contextos la investigación arqueológica va confirmando cada vez más.