Para Todorov, el siglo XX fue, sobre todo, el siglo que vio nacer un mal nuevo, extremo, y un régimen político inédito, el totalitarismo, que en su apogeo dominó el mundo y cuyas secuelas todavía siguen presentes entre nosotros. Así pues, en primer lugar, Todorov analiza el enfrentamiento entre el totalitarismo, tanto el fascista como el comunista, y las democracias. Su segundo análisis se centra en la memoria. ¿Es la memoria, siempre y necesariamente, algo bueno, y el olvido una maldición absoluta? ¿Permite el pasado comprender mejor el presente o sirve, más a menudo, para ocultarlo? ¿Son recomendables todos los usos del pasado? Las memorias del siglo serán pues, a su vez, sometidas a examen. El tercer análisis se centra en el presente. Una vez vencido el totalitarismo, ¿ha advenido, acaso, el reinado del bien? ¿O nuevos peligros acechan a nuestras democracias liberales? Los tres análisis mencionados se mezclan con el recuerdo de algunos destinos individuales, fuertemente marcados por el totalitarismo, pero que supieron resistirse a él. Esas luminosas figuras de los pocos individuos de dramático destino y lucidez implacable que siguieron creyendo, a pesar de todo, que el hombre merece seguir siendo el objetivo del hombre