Excluidos, segregados, doblemente extraños, los llamados marranos —judíos conversos de los reinos cristianos de la península ibérica— inauguran la modernidad con su yo dividido y su ambivalencia. Víctimas de la violencia política y de la intolerancia religiosa, no asimilables a pesar de su bautizo forzado, los marranos ya no eran judíos, pero tampoco cristianos: devinieron «el otro del otro». Éste es el punto de partida de Di Cesare para ofrecer una reflexión filosófica en torno a la identidad, la introspección psicoanalítica, la dimensión política y el nacimiento de la era moderna.