«Me di cuenta de que entender a Feliza era una empresa difícil. Nada erasencillo cuando se trataba de ella».El 8 de enero de 1982, la escultora colombiana Feliza Bursztyn murió enun restaurante de París. Tenía cuarenta y ocho años. En el momento de sumuerte repentina la acompañaban su marido y cuatro amigos. Uno de ellos,el escritor Gabriel García Márquez, publicó días después un artículo queincluía tres palabras en apariencia simples, pero misteriosas en elfondo: «Murió de tristeza».Juan Gabriel Vásquez parte de esas palabras para investigar en la vidasecreta o desconocida de una mujer extraordinaria. Feliza Bursztyn seenfrentó siempre a la sociedad en la que le tocó vivir. Hija de unapareja de judíos expatriados en Colombia, artista revolucionaria en untiempo de revoluciones políticas, mujer de espíritu libre en un mundoque desconfiaba de la libertad de las mujeres, llevó una existencia quepuso en escena las grandes tensiones del siglo XX y, sobre todo, eldeseo de ser dueña de sí misma.En Los nombres de Feliza el autor funde con maestría la autobiografía,la realidad y la imaginación para entregar al lector una ficciónasombrosa y desgarradora sobre cómo la vida íntima de un ser humano seve inevitablemente arrollada por las fuerzas de la historia y lapolítica.