Rigoberto, un maduro empleado de una compañía de seguros, combate subanal existencia con una rica imaginación que va plasmando en cuadernos.Todo lo que Rigoberto no se atreve a hacer, no se atreve a vivir por símismo, sus audacias y aventuras imaginadas, sus deseos ocultos, vanquedando reflejados en estas anotaciones que lo distancian cada vez másde su vulgar existencia.Los cuadernos son como un baúl del que se van extrayendo inesperadosrelatos, atesorados por el personaje con mayor celo que si fueranreales, y constituyen un refinado compendio de la imaginación erótica.Pero la particularidad de estas fantasías es que parten siempre depinturas, obras literarias y piezas musicales conformando un verdadero yexquisito índice de la pintura y la literatura eróticas de todos lostiempos.Como contrapunto al florido universo de don Rigoberto está elinquietante y perturbador ambiente que se forja alrededor de su hijo,Fonchito. Obsesionado con la vida y la obra del pintor austríaco EgonSchiele, el muchacho se sueña como la encarnación del pintor maldito ysu misterioso mundo de niñas perversas y autorretratos angustiosos.Entre ambos personajes, la madrastra. Una mujer que es para ambos lafigura principal de ese doble mundo de deseos y realidades. Una mujer ala medida de sus más exigentes fantasías.En Los cuadernos de don Rigoberto (1997) se despliegan ante el lectorlas claves que nuestra memoria cultural ha dado, a través del arte,sobre los misterios del placer sensual.