“¿Dejar de comer? ¡No! ¡Ni lo sueñes!”. Esta suele ser la reacción más común que encontramos ante la sola mención de la palabra ayuno. Sin embargo, el ayuno tiene una base científica que demuestra que su práctica depura toxinas de nuestro cuerpo, colabora a la desinflamación de los intestinos y mejora el tránsito lento. Además previene la aparición de enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes, entre otros beneficios que ayudan a poner a punto este preciado e intrincado mecanismo de relojería que es nuestro organismo.