En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en elcentro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyovalor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. […]Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora delo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas quenos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de produciruna colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará porperder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando ladesertificación del espiritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía unpapel en la tarea de hacer más humana la humanidad.