Ahora que tiene trece años, es hora de que la joven Kiki empiece a pensar en su futuro. Una noche, bajo la luz de la luna llena, coge a su gato negro, Juju, salta a la escoba de su madre y se dirige hacia la noche. Al día siguiente se posa en una amigable ciudad frente al mar, y le dice a su fiel y peludo compañero, es allí es donde pasará el próximo año aprendiendo cómo convertirse en una bruja real y honesta.