El autor establece un diálogo con una sobrina suya, Candela, y, en ella, con todos los niños y niñas que quieran entrar en la conversación. Pretende hablar de Jesús a los pequeños y pequeñas con un lenguaje adecuado para su edad. No cediendo a la tentación de cortar para ellos unas camisas que en poco tiempo se quedarán pequeñas, el libro pretende servir de un recuerdo vivo para cuando ellos y ellas crezcan.