«De repente, vi la figura de un hombre en la distancia. Avanzaba hacia mi posición con velocidad sobrehumana. Daba brincos sobre las grietas del hielo, que yo había caminado con sumo cuidado; su estatura, pude comprobarlo a medida que se acercaba, sobrepasaba la de los hombres. Temblé; la vista se me nubló y me sentí desmayar, pero los vientos helados de la montaña lograron restaurarme.