Con cierta conciencia melodramática de su significación en la historia del pensamiento y de la vida, el máximo paladín del nihilismo moderno escribió en los últimos años de su lucidez: “¡Soy dinamita!” ¿Era verdad? Con la serie de afirmaciones y negaciones que todo el mundo conoce (*CR*)—muerte de Dios, eterno retorno, voluntad de poder, transvaloración de todos los valores, advenimiento del Superhombre…—, ¿fue Nietzsche el aniquilador de toda la cultura y todo el pensamiento que desde los presocráticos y el cristianismo ha creado la humanidad? Su Zaratustra ¿fue en verdad un radical nihilista religioso y filosófico?(*CR*)»Con sutileza e información ejemplares, Jesús Conill se ha atrevido a negarlo. Sin desconocer la exigencia de novedad que el revolucionario pensamiento nietzscheano ha impuesto a la filosofía ya a la vida del hombre occidental, al contrario, afirmándola muy resueltamente, ha situado a Nietzsche —como original radicalizador de ella, eso sí— en (*CR*)la línea crítica iniciada por Hume y Kant. Nietzsche convirtió originalmente la crítica en genealogía y hermenéutica […], y haciendo de la experiencia del cuerpo el hilo conductor de su proceder genealógico entendió el saber y sus apariencias; por tanto, el sentido y el valor de la no-verdad, la creencia, el arte, la historia, la moral, la política y el advenimiento del Superhombre como consecuencia de la muerte de Dios.»(*CR*)(Del Prólogo de Pedro Laín Entralgo)