La presente obra aboga por una versión del multiculturalismo inspirada en un liberalismo del miedo parecido al formulado por Judith Shklar e inspirado a su vez en las ideas de Montesquieu. El liberalismo no debería interesarse en la preservación ni en la trascendencia de las prácticas e identidades de las comunidades culturales. Sería más acertado que se centrase en mitigar males, como son las guerras civiles entre etnias, las prácticas crueles en el seno de las comunidades culturales y la violencia por parte del Estado hacia las minorías étnicas. El "multiculturalismo del miedo" debería basarse en la realidad de la política y de los conflictos étnicos considerando la importancia que las personas otorgan a su identidad étnica y a sus prácticas culturales, sin caer por ello en solemnizar los orígenes de su cultura.