Este cuento sirve solamente para un chico al que le gusten los conejos. Fue escrito por pedido-orden de Pablo cuando era menor y todavía no había descubierto simpatías más fuertes. EL MISTERIO DEL CONEJO QUE SAB A PENSAR es también mi discreto homenaje a dos conejos que pertenecieron a Pedro y Pablo, mis hijos. Dos conejos que nos dieron muchos dolores de cabeza y muchas encantadoras sorpresas. Como el cuento fue escrito para uso doméstico exclusivamente, dejé todas las entrelíneas a cargo de la explicación oral. Pido disculpas a madres, tíos y tías y abuelos, por la contribución forzosa que estarán obligados a hacer. Por lo menos puedo garantizar, por experiencia propia, que la parte oral de esta historia es lo mejor que tiene. Conversar sobre un conejo es muy bueno. Además ese 'misterio' es más una conversación íntima que un cuento. Por eso es mucho más extenso que su aparente número de páginas. En realidad, sólo acaba cuando el chico descubre otros misterios.'