Una línea cruza el océano Ártico, el Atlántico y el mar del Norte hasta que choca con las instalaciones portuarias de Dunkerque: naves desmontadas, líneas férreas y depósitos de hidrocarburos. Dos hombres toman un petit noir en la terraza de Le Malouin, hablan en voz alta y sonríen, ignorando que acaban de convertirse en personajes de una larga ruta.