Un dragón de buen corazón vivía junto al mar, con los peces. Jugaban todo el día y toda la noche soñaban que jugaban. Un niño llegó a la playa. El dragón fue hacia él y por la boca arrojó flores en lugar de llamas. Se hicieron amigos y jugaron con los peces. El niño fue creciendo y cada vez fue menos a la playa. Un día no regresó.