Carlos Castaneda conduce al lector al corazón mismo de la brujería, desafiando tanto la imaginación como la razón, al sacudir los cimientos de lo que consideramos "natural" y "lógico". Su descripción está llena de terrores y fuerzas misteriosas, tan marcadamente grabadas como un relámpago en los desiertos y montañas donde don Juan lo lleva a buscar el saber de los brujos: ese que indica que es el Águila la que nos da, al nacer, una chispa de conciencia, que espera recuperar al final de nuestras vidas y que el brujo busca retener a través de su disciplina. Castaneda describe cómo don Juan y su grupo abandonaron este mundo: "los guerreros del grupo de don Juan me atraparon por un instante eterno, antes de desaparecer en la luz total, antes de que el Águila los dejara pasar", y cómo él mismo, al presenciar tal espectáculo, saltó al abismo.