“Diario de mi Sentimiento” no iba a llamarse así. En alguna lista de mis libros, éste salió anunciado con el título de “Novela”. Después le puse un adjetivo, y con tal adjetivo ha estado viviendo durante años en mi corazón: “Novela Activa”. Porque, en rigor, es una novela, la mía, o de mi vida. La novela de las existencias vulgares está hecha de amorcillos, de pequeñas tragedias, de contactos con todo lo pedestre del mundo, de acción, según se dice en el lenguaje de esa técnica. La novela de un hombre habituado a pensar, cliente ya incurable del vicio de pensar, no puede estar hecha sino de pensamiento. Así ésta.