El destino tiene un extrantilde;o sentido del humor. Aparta a Dago de su venganza arrastraacute;ndolo por todo el mundo como peoacute;n en las guerras de los poderosos. Lo pasea por Valaquia, por Viena, incluso por la lejana Abisinia. Pero, una vez alliacute;, sobre la arena de una remota playa africana, le da una sorpresa y lo encara con Giaacute;como Barazutti, el amigo que antantilde;o torcioacute; su fortuna y lo apuntilde;aloacute; por la espalda. Bajo el toacute;rrido cielo africano, el destino contempla a dos hombres frente a frente. Y riacute;e a carcajadas.