A lo largo de toda su vida, Stefan Zweig sintió la necesidad de establecer y mantener relaciones personales y profesionales a través de una asidua correspondencia. A mediados de su veintena, empezó a enviar sus primeros libros, junto con unas líneas de cortesía, a personalidades célebres ya por aquel entonces. Las respuestas de muchas de estas cartas dieron pie a vínculos cuyos testimonios se han conservado. Esta obra reúne la correspondencia que el autor inició a principios del siglo xx con el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, con el poeta Rainer Maria Rilke y con el dramaturgo y novelista Arthur Schnitzler, misivas que se sucedieron hasta poco antes de la muerte de cada uno de los corresponsales, a los que Zweig ―el más joven de todos― sobrevivió.