La poesía de Blanca Varela (Lima, 1926) está construida sobre un mínimo de recursos expresivos y con una considerable parte de autenticidad y control de la palabra poética. Es una poesía cargada de significación y de fuerza vital que incita a una nueva relación con las cosas, siempre huyendo de las trampas del lenguaje y en busca de la más pura y genuina expresión. Como indicó Octavio Paz, Blanca Varela no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callar a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia.