BRITT-MARIE WAS HERE BRITT-MARIE WAS HERE

Britt-Marie no puede soportar el desorden. Un cajón de cubiertos desorganizado ocupa un lugar destacado en su lista de pecados imperdonables. Ella comienza su día a las 6 a.m., porque solo los locos se despiertan más tarde que eso. Y ella no es pasiva-agresiva. De ninguna manera. Es solo que a veces las personas interpretan sus sugerencias útiles como críticas, lo que ciertamente no es su intención. No es una persona que juzgue a los demás, sin importar cuán maleducados, descuidados o moralmente sospechosos puedan ser. Pero escondida dentro de la quisquillosa entrometida y socialmente torpe hay una mujer que tiene más imaginación, sueños más grandes y un corazón cálido de la que cualquier persona a su alrededor puede percatarse. Cuando Britt-Marie abandona a su marido infiel y tiene que valerse por sí misma en la miserable ciudad de Borg, una de las cosas más amables que se puede decir sobre la ciudad es que tiene un camino que la atraviesa, Britt-Marie está un poco desarmada. Empleada como cuidadora de un centro recreativo que pronto será demolido, la fastidiosa Britt-Marie tiene que lidiar con pisos lodosos, niños rebeldes y una rata (literal) como compañera de cuarto. Se ve atraída por las actividades cotidianas de sus conciudadanos, un extraño surtido de malhechores, borrachos, delincuentes y un apuesto policía local cuyas atenciones románticas hacia Britt-Marie son tan inconfundibles como indeseadas. Lo más alarmante de todo es que se le ha encomendado la imposible tarea de llevar a la victoria al equipo de fútbol infantil que claramente no tiene aptitudes para el juego. En esta pequeña ciudad de inadaptados de gran corazón, ¿puede Britt-Marie encontrar un lugar al que realmente pertenezca? Divertida y conmovedora, observadora y humana, Britt-Marie Was Here celebra las inesperadas amistades que nos cambian para siempre, y el poder de incluso los espíritus más gentiles para hacer del mundo un lugar mejor.