"En algún punto de la prisión, alguien gritó. Era un grito largo y penetrante que terminó con un gemido. El grito no penetró en el cerebro de Berner. El teniente estaba echado sobre la burda mesa, con la cabeza apoyada en los brazos. Pensaba en aquellas letras, unas letras grandes y doradas, artísticamente enlazadas. ¿Podían costarle el regimiento disciplinario? El 37º de Artillería o el 17º ¿Qué era el llamado regimiento de infrahombres de Dortmund? Individuos sobre los que había que escupir. El había despreciado a aquellos elementos criminales, indignos de respirar el mismo aire que los verdaderos soldados, pero dignos o indignos, aspiraba a entrar en los regimientos disciplinarios de Dortmund. Allí había alguna probabilidad. Se mostraría valeroso para dejarlos lo más pronto posible.