Gilda teme a la muerte, lo normal. Solo que quizá la teme demasiado. Tanto que provoca accidentes, colapsa las urgencias hospitalarias, preocupa a sus seres queridos con presuntos infartos, tumores, enfermedades irreversibles. Sin embargo, tras perder su enésimo trabajo, lo más factible es que acabe muriendo de hambre. Cuando entra a trabajar de ayudante del párroco en la iglesia St. Rigobert tiene que esconder que es hipocondríaca, atea y lesbiana. ¿Piensa que será cuestión de semanas encontrar otro trabajo? Pero entonces sabrá del fallecimiento de Grace Moppet, su predecesora en el puesto, quien puede que no muriese de forma natural. Y tal vez, si consigue averiguar quién la mató, consiga salvarse a sí misma.