Si el teatro es un espejo, el teatro testimonial es más radical: acerca al espectador a sí mismo de manera implacable. Criadero y Padre nuestro , de Mariana de Althaus, condensan en su núcleo los precarios lazos de la maternidad y la paternidad, respectivamente, y nos revelan las fuerzas ocultas que nos determinan como familias. En Criadero , tres actrices exploran el llamado maternal como vocación, duda o necesidad. En Padre Nuestro, cuatro actores revelan cómo la huella indeleble del legado paterno los ha marcado para siempre. Todos ellos, mientras exponen en escena experiencias reales, alcanzan una verdad sobre sí mismos. En el origen del teatro de Mariana de Althaus, un nombre clave para entender la dramaturgia peruana contemporánea, hay un lamento y una urgencia. Estas dos obras, acompañadas en esta edición de un prólogo esclarecedor sobre la naturaleza y los retos del teatro testimonial, exponen su visión sobre el arte dramático: mirarnos resulta peligroso. Pero esa mirada puede sanar la herida invisible que nos ha gobernado.