Si algo ha adquirido el atributo de la ubicuidad en la sociedad
peruana es el racismo. Esta exaltación de lo físico es casi tan
marcado como en la época colonial, en la que incluso existían
sistemas de castas que privilegiaban a una minoría blanca,
mientras que los individuos con características somáticas
desprestigiadas veían menguar su valor como seres humanos.
Sin embargo, el racismo en el Perú es un fenómeno complejo;
su comprensión implica el uso de herramientas distintas a
las empleadas para abordar otros casos conocidos, como el
antisemitismo durante la República de Weimar o el apartheid
en Sudáfrica. Uno de los ejemplos más evidentes de esta
cualidad es que los medios publicitarios intenten construir
una identidad inaccesible para la mayoría, lo que nos identifica
como una sociedad que aspira precisamente a ser aquello que
lo menosprecia.
En Nos habíamos choleado tanto, Jorge Bruce aborda la
problemática del racismo utilizando el psicoanálisis para dar
forma a uno de los conflictos más comunes entre los peruanos.
Lo que presenta es revelador, desde la exclusión social de las
comunidades indígenas que se desprende del informe de la
CVR hasta cómo el racismo afecta a las personas que buscan
ascender en la sociedad a partir de sus méritos y no a su
color de piel. Ya desde el título del libro (una paráfrasis a Nos
habíamos amado tanto, película de Ettore Scola) hallaremos
que el problema del racismo implica un conflicto emocional en
el cual se mezclan tanto el afecto como el maltrato, lo que nos
obligan a ser y lo que debemos asumir que somos.