Un escritor peruano vive en un hotel para extranjeros en Beijing, corrige textos oficiales, enseña español y toma notas para una novela que tal vez no escriba. Mientras tanto, observa. Ve cómo la ciudad se transforma, cómo los estudiantes se movilizan, cómo el miedo se filtra por los pasillos. Conoce a Liang, joven idealista; a Lao Liu, viejo corrector con memoria de hierro; a Coco y Katrín, pareja devota de las noticias. Conversa con ellos, bebe té, escucha. Toma distancia, pero no tanta: pronto la historia lo alcanza. Las protestas crecen, la represión se avecina. Desde su habitación —tan lejos de Arequipa como del heroísmo— asiste al colapso con la mirada de quien sabe que hay momentos en que el silencio también es un modo de escribir. Los eunucos inmortales es una novela sobre la espera, el poder y la imposibilidad de narrar lo que ocurre mientras ocurre. Una obra política, sí, pero también íntima; sutilmente humorística y ferozmente lúcida. Una pieza imprescindible en la obra de Oswaldo Reynoso.