Las desgracias se acumulan sobre Cayo: su padre pierde el trabajo, la familia se debe mudar de casa y, por si fuera poco, pierde a sus amigos porque debe cambiarse de colegio. Sin embargo, todavía le queda un consuelo: su pasión por los cómics, que no solo lee, sino que también escribe.En el nuevo colegio, Cayo descubre que un compañero tiene una increíble habilidad para dibujar.