Una historia que toca la fibra de nuestras emociones más básicas.
La chica que amaba a Tom Gordon explora nuestro más profundo terror a lo desconocido.
"El mundo tenía dientes y podía morderte en cualquier momento, Trisha McFarland lo descubrió cuando tenía nueve años. A las diez de una mañana de principios de junio estaba sentada en el asiento trasero del Dodge Caravan de su madre, vestida con una sudadera azul de los Red Sox (la que llevaba "36 Gordon" estampado en la espalda), y jugaba con su muñeca. A las diez y media se había perdido en el bosque. A las once intentaba contener su terror, no pensar: Esto va en serio, esto va muy en serio. Intentaba no pensar que, en ocasiones, cuando la gente se perdía en el bosque salía gravemente dañada. A veces incluso moría."
La crítica ha dicho...
"Comienza con la inocencia, pasa por el valle de las sombras de la muerte y termina con un guiño benévolo del autor."
El País Semanal