Una ceguera blanca se expande de manera fulminate. Internados en cuarentena o perdidos por la ciudad, los ciegos deben enfrentarse a lo más primitivo de la especie humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. José Saramago teje una aterradora parábola acerca del ser humano, que encierra lo más sublime y miserable de nosotros mismos.
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