Contrario a los sistemas de pensamiento de su época, Schopenhauer tomó como reflexión los más variados temas: el arte, el estilo, las mujeres, el juego. Su doctrina evoca la voluntad como ser que sostiene la potencia del mundo, pero esta voluntad es un absurdo que engendra nuevos dolores y necesidades. Para esta desdicha, el filósofo prevé tres remedios: la filosofía; la moral, gracias a la cual, a ejemplo de los sabios de la India, el hombre, por la castidad y el ascetismo, puede negar el deseo y alcanzar el nirvana; y por último, la contemplación del arte. La filosofía de Schopenhauer supone una de las cimas del idealismo occidental, y el pesimismo profundo –no profundo pesimismo– que destila perduró en la obra de escritores y pensadores de la talla de Freud, Nietzsche, Mann, Proust, Wittgenstein, Tolstoi, Borges, Cioran, entre otros.