Como en tantos otros géneros, como en toda la literatura, el origen de los relatos de terror puede rastrearse en los griegos, en Homero y en Aristófanes. La pericia de los historiadores habrá de registrar más ejemplos notables a lo largo del tiempo, hasta nuestros días. En esta investigación también quedará claro que amén de sus orígenes lejanos, el género entra en erupción a partir de mediados del siglo XVIII. Entonces deja de ser una aparición ocasional y se convierte en una presencia permanente. Mientras el mundo abandona los ensueños pastoriles y aldeanos, mientras las ciudades crecen y el progreso se vuelve el nuevo dogma, el terror se expande. En buena medida retomando temores y fantasmas arcaicos que renacen oscurecidos en la modernidad. No sorprende que siga vigente hasta el presente.
