La historia de los grandes imperios, de aquellas civilizaciones que marcaron época, se confunde con la de sus jefes. Alejandro Magno, Julio César, Robespierre, Napoleón. Es tanto un culto a la visión y al talento personal como a la capacidad de encolumnar a un pueblo, y muchas veces a un ejército, detrás de esa visión. Este modo de entender el mando y lo político, alcanza su cenit en el siglo XIX. Entonces se decía: “Quienes hacen la historia son los jefes”. Cien años más tarde, en el siglo XX, el giro será radical: la historia la hacen las masas. Como ambos dictámenes no resultaron ser convincentes, hoy se dice: “Hacen la historia los jefes y las masas”.