A fines de 1935, cuando acaba de fallecer Fernando Pessoa, llega alpuerto de Lisboa un barco inglés, Highland Brigade, en el que haviajado, desde Brasil, Ricardo Reis, uno de los heterónimos del granpoeta portugués.A lolargo de nueve meses cruciales en la historia de Europa, durantelos que estalla la guerra de España y se produce la intervenciónitaliana en Abisinia, asistiremos a la última etapa de la vida deRicardo Reis, endiálogo con el espíritu de Fernando Pessoa que acude avisitarle desde el cementerio en los momentos más inesperados. Es laépoca de las plumas estilográficas, de las radios Pilot, de lasJuventudes Hitlerianas, de los topolinos, en una Lisboa atlántica cuyaatmósfera envolvente se convierte en el verdadero protagonista de estafascinante experiencia narrativa.La crítica ha dicho:«El año de la muerte de Ricardo Reis es espléndida, como era previsibley es, como se conoce aquí y allá, su mejor libro. Es más: vino al mundopara escribir ese libro y lo demás es propina».Christopher Domínguez Michael, Letras Libres«Saramago vuelve comprensible una realidad huidiza, con parábolassostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía».Comité Nobel«Un hombre con una sensibilidad y una capacidad de ver y de entender queestán muy por encima de lo que en general vemos y entendemos los comunesmortales».Héctor Abad Faciolince«Saramago es un ejemplo, un estilo dignísimo de vida y literatura, quedemuestra la posibilidad de navegar a contracorriente [...]. Su palabratieneel valor de un anticongelante, de un remedio personal contra losvendavales de cinismo que nos envuelven».Luis García Montero«Yo no sé, ni quiero saberlo, de dónde ha sacado Saramago ese diabólicotono narrativo, duro y piadoso a un tiempo, [...] que le permite contartan cerca del corazón y a la vez tan cerca de la historia».Luis Landero«Saramago escribe novelas sobre los mitos para desmitificarlos, [...]siempre para abordar la realidad que le rodea, para tratar de losproblemas actuales que son de todos, y para que todo quede claro desdeel principio».Rafael Conte, Babelia«Como Günter Grass o Cees Nooteboom, Saramago aspira a enlazar con unpúblico que desborde límites nacionales».El País