Los cuentos de John Cheever son el gran testimonio literario de la clasemedia estadounidense de los años cincuenta y sesenta. Conocido como «elChéjov norteamericano», fue el gran cronista de ese territorio casimitológico de las zonas residenciales a las afueras de las grandesciudades, con sus fiestas de cóctel y piscina, sus despertares deperiódico en la puerta, sombrero, maletín y beso a los niños, tardes concuartetos de Benny Goodman en la radio y noches enteras anhelando unavida distinta. Cheever convirtió con maestría ese espejismo de éxito yfelicidad en el escenario de glorias y penas de familias que, entre lafrustración, el deseo y el tedio, conforman un retrato incomparable delalma humana que transciende cualquier época o país.Esta edición incluye un epílogo de Rodrigo Fresán y mantiene laselección del propio Cheever, merecedora tras su publicación en 1978 delPremio Pulitzer y el National Book Critics Circle. Recorriendo unatrayectoria de casi tres décadas, contiene relatos tan emblemáticos como«El nadador», retrato onírico de un hombre a la deriva, o «El maridorural», novela en miniatura según Nabokov cuyo protagonista sobrevive aun accidente de avión y vuelve a casa ante la indiferencia total de sufamilia.Cheever,que luchó toda su vida contra la adicción al alcohol y contrauna bisexualidad reprimida, demostró conocer a la perfección losestragos que causan las pasiones más ocultas cuando explotan sin apenasruido. En plena oscuridad supo encontrar destellos en las existenciasmás apagadas, débiles rayos de luz que en sus manos acababan alumbrandouna vida entera.Críticas:«John Cheever es un realista con magia, y su voz, en sus luminososrelatos, es tan rica y distintiva como las principales voces de laliteratura estadounidense de posguerra.»Philip Roth«A menudo se habla de Cheever como un escritor de los barriosresidenciales, pero muchos han escrito sobre ello. Solo él fue capaz deconvertirlos en un arquetipo.»John Updike«Supongo que querrán caracterizar sus relatos como chejovianos, o decirque Cheever es menos sombrío que Carver, más amplio, irónico y alegreque Hemingway. Pero al final siempre será enteramente él mismo, calculando y equilibrando cada frase hasta decir lo correcto y, todavía mása menudo, elevándose hasta situar el tren de lo diario sobre las vías delo político.»Hanif Kureishi