Este es un libro insólito en la tradición de poesía castellana. En él no solo late la fascinación por Oriente: es un poemario escrito como lo haría un poeta chino, dueño de su cultura milenaria. En estos poemas, Martos explora la inserción del hombre en la naturaleza —en cada uno de sus actos y circunstancias— y la intensidad de los afectos, acaso la sustancia de la que se nutren los rituales del amor, el sufrimiento, la solidaridad y la esperanza.