Tras superar la primera selección, Isagi y el Equipo Z encaran nuevos retos que tensan el proyecto Blue Lock: decisiones individuales contra el bien del grupo, lectura de espacios y definición bajo presión. El tomo ahonda en la evolución del “olfato goleador” de Isagi, la aparición de rivales con habilidades únicas y el cuestionamiento constante del ego como condición para ser el delantero absoluto.