En 1900, un español de dieciocho años llamado Pablo Picasso hizo su primer viaje a París. Fue en esta brillante capital del mundo del arte internacional que, después de sufrir años de pobreza y abandono, emergió como el líder de un grupo bohemio de pintores, escultores y poetas. Impulsado por el opio y el alcohol, inspirados por las estridentes conversaciones nocturnas en el cabaret Lapin Agile, Picasso y sus amigos decidieron sacudir el mundo. Durante la mayor parte de estos años, Picasso vivió y trabajó en una vivienda miserable conocida como Bateau Lavoir, en el corazón del pintoresco Montmartre. Aquí conoció a su primer amor verdadero, Fernande Olivier, una musa a quien transformaría en su arte de diosa simbolista a monstruo cubista. Fueron años de lucha, a menudo de desesperación, pero Picasso luego los consideró los más felices de su larga vida. El reconocimiento llegó lentamente: primero en los círculos de vanguardia que frecuentaba, y luego entre un pequeño grupo de atrevidos coleccionistas, incluidos los estadounidenses Leo y Gertrude Stein. En 1906, Picasso comenzó la vasta e inquietante obra maestra conocida como Les Demoiselles d'Avignon. Inspirado por la innovadora pintura de Paul Cezanne y la sorprendente inventiva de la escultura africana y tribal, Picasso creó una obra que capturó y definió la experiencia desorientadora de la modernidad misma. La pintura resultó tan impactante que incluso sus amigos asumieron que se había vuelto loco. Solo su colega George Braque entendió lo que Picasso estaba tratando de hacer. En los años siguientes se unieron para crear el cubismo, el movimiento más revolucionario e influyente en el arte del siglo XX. Esta es la historia de un genio artístico con un don creativo singular. Está lleno de desamor y triunfo, desesperación y delirio, todo ello en el contexto de la ciudad más cautivadora del mundo.
