Cantos gregorianos reúne cuarenta y cinco cartas escritas por Gregorio Martínez, entre octubre de 2005 y mayo de 2017, dirigidas a Víctor Campos Ñique, hijo de Blanca Ñique, quien fue profesora de Geografía en el colegio Simón Rodríguez de Nasca, donde Martínez inició sus estudios escolares. Ellas nos permiten atisbar el conocimiento oceánico que Martínez cultivó, y que va desde la lingüística a la literatura, de la toponimia a la cartografía humana, del periodismo a la política, de la comida y música populares a los prostíbulos de Lima, Nasca y localidades adyacentes. El autor nos informa sobre sus vastos intereses literarios, y se explaya sobre la veracidad que debe guardar el testimonio. Nos regala, también, en relatos plenos de esa oralidad que distingue sus obras literarias, datos desconocidos y controversiales sobre escritores como Enrique Congrains Martin, Antonio Gálvez Ronceros, Manuel Scorza y Julio Ramón Ribeyro. Martínez no deja títere con cabeza en el mundillo literario nacional y aun acusa a algunos escritores de actitudes racistas. Las cartas forman una especie de caleidoscopio vertiginoso que se nutre del caudal de la memoria y se alza a nuestros ojos como un vitral colorido y deslumbrante. Si Gregorio Martínez dijo, en su momento, sobre Canto de sirena: «antes que historia es un canto», ahora podemos afirmar —y de ahí el título— que este libro ofrece al lector «cartas cantadas» por su genial autor.
