La pereza de la reacción, el conformismo, la negativa a asumir la responsabilidad cívica, la cobardía. En La balada de la junta de vecinos, estos elementos poseen a los personajes como parásitos sigilosos que desequilibran sus vidas hasta que no hay vuelta atrás. En este viaje que revela cuatro situaciones inverosímiles dentro del mundo cotidiano, un embajador recibe una propuesta extraña que lo envuelve en un escándalo sin sentido, el presidente de una junta vecinal se enfrenta a un vecino cada vez más agresivo, un diplomático es protagonista de un espectáculo mediático y un exrebelde del comunismo rumano es incapaz de disfrutar de sus vacaciones. La expresión «reír para no llorar» es aplicable a esta literatura, porque a pesar de la distancia entre Rumanía y Perú, escenarios de esta obra, el acto de llevar las cosas al extremo de lo imposible, y al mismo tiempo preservar la cordura, es indiferente a las fronteras.